13/1/09

Triunvirato de Magia

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Capitulo 3: Llorando entre Sueños

El pasto se movía con gran delicadeza… la fresca brisa empapaba de una extraña melancolía a todo lo que tocaba…el sol se asoma entre las nubes mientras despedía cálidos rayos a su alrededor… niños jugando a saltar la cuerda, gente riendo, gente bromeando, gente viviendo…

Yo caminaba por un sendero, cuando vi una villa. Desde donde estaba se podían ver unas cuantas casas hechas de madera, niños corriendo por la pradera y un bello ambiente cálido y familiar. Al entrar a la villa pude oler algo que me trajo recuerdos de mi infancia…era el olor de pan recién horneado. Proseguí caminando cuando unos niños pasaron a un lado de mí. Luego una niña se me acerco para venderme flores. Me mostro varias de diferentes colores y aromas pero preferí que ella la eligiera. Ella escogió un rosa roja para mí y le pregunte el ¿Por qué? una rosa roja, porque no otra flor. Ella me respondió con una sonrisa: ‘Una persona amable, buena y cariñosa se nota en la cara…” Yo le sonreí para contestar a su sonrisa cuando de pronto una señora grito: “¡Rosita…!” Ella corrió hacia ella diciendo mamá…

Estaba en la cama sentada mientras escuchaba los regaños de alguien… acaso no piensas… quieres matarlos a todos… quieres destruir todo… no pude más y comencé a llorar. Mire atreves de mi ventana mirando cómo se quemaban todas las casas. En un instante ya me encontraba de pie, caminando por aquellas calles… niños llorando, mujeres histéricas, cuerpos tendidos en el suelo…
Al seguir caminando me tope ante una casa destruida. Se observaba una manita que se movía entre los escombros que se estaban quemando. “¡Mama…!”, se escuchaba mientras de mis ojos salían lagrimas. La rosa que tenía en mi mano se desasía. Mi pelo se torno rojizo mientras me repetía a mi misma: “Me dicen que soy una mujer muy calidad, que soy una mujer muy buena, pero… lo único que hago es causarle daño a las personas… quisiera brindar esa calidez que dicen que tengo…quisiera no dañar a los demás... solo quisiera… ser otra persona…”

Lao Tse estaba esperando en la salida del anfiteatro cuando el señor de ropas verdes se le acerco a preguntarle. “Gran mago… Me podría dar su opinión acerca de los retratos de usted y Merlfire para la siguiente reunión,” él pregunto con gran respeto. El gran mago observo y autorizó las fotos cuando el señor de prendas verdes le pregunto porque estaba tan preocupado. El mago le respondió que estaba preocupado porque Merlfire ya había tardado bastante tiempo. Se despidieron los dos para seguir sus caminos. Lao Tse fue en busca de Merlfire con gran calma mientras el hombre de prendas verdes se dirigía a una gran mesa.

El hombre de prendas verdes puso los retratos sobre la mesa mientras a él mismo se decía: “Se ven muy bien las fotos…” El señor después de admirar los retratos salió de la sala…tiempo después el cristal del retrato de Merlfire se cuarteó.
Lao Tse seguía caminado por aquellos pasillos del anfiteatro mientras una dama tendida en el suelo lloraba. Después de caminar un buen tiempo llego a lo que era el área principal del anfiteatro. Verifico si Merlfire ya había recogido las cartas, pero estas seguían sobre su asiento. Tomo las cartas extrañado… pensando porque razón aun no las había tomado. “Posiblemente ella se entretuvo con alguna otra cosa o recordó hacer algo que no hiso,” él pensó. Regresando a la salida del anfiteatro vio una silueta en el piso de un oscuro pasillo. Era Merlfire que entre sueños lloraba. Lao Tse se incoó a un lado de ella para despertarla.

De pronto ella abrió los ojos y le dijo a Tse: “¿Porque sigo viva?”

Él le respondió con una sonrisa: “Porque aun respiras,” ella se levantaba riendo un poco.

Lao Tse le pregunto que le había pasado, porqué estaba llorando, que había soñado, pero ella solo respondió que fue un mal sueño. Ella pregunto acerca de un espada en la sala principal del anfiteatro frente a su asiento y de las cartas. Él le comento que no había ninguna espada y que nuca había recogido las cartas ya que él las recogió. Los dos desaparecieron por un pasillo…

En una montaña cubierta por nieve un hombre preguntaba la edad a un joven. El joven respondió catorce años. El hombre y el joven siguieron caminado hasta llegar a lo que parecía la entrada a una cueva. La entrada estaba cubierta por nieve, el joven se acerco a ella y comenzó buscar algo entre la nieve que la cubría. El hombre le pregunto que buscaba pero el joven no le respondía hasta que se escucho algo metálico. El joven con una voz fuerte se dirigió al hombre: “ E encontrado el candado…’

Merlfire y Lao Tse portaban una vasija cóncava de color blanco con una vela blanca en su centro. En una mesa de piedra Merlfire puso su vasija con su vela del lado izquierdo y Lao Tse del lado derecho. Frente a la vela los dos pronunciaron: “Flogisto,” provocando que las dos se encendieran. Merlfire se posición en frente y a mediación de la mesa de piedra. Saco las cartas de Stonehenge y las puso sobre la mesa. Merlfire levanto los brazos para proclamar con una voz fuerte el conjuro: “Viento del norte, viento del sur, viento del este, viento del oeste, búho, ave, Ada del norte, luz blanca, camino del norte, mesa de piedra, circulo celestial, formación arcan, (Merlfire y Lao Tse se posicionaron frente a sus respectivas velas; Merlfire comenzó a hablar más rápido) mesa redonda, portal inerte, renacuajo de rio, ave voladora, Ada del sur, portal de este, solsticio prematuro ábrete hacia este equinoccio (Merlfire y Lao Tse apagaron con sus dedos al mismo tiempo sus velas).” El sello rojo de las tres cartas que estaban sobre la mesa se rompió. Los magos quitaron los dedos de la mecha de sus velas. Las tres cartas salieron disparadas hacia al cielo… los dos magos miraron hacia el cielo. La luna en cuarto creciente miraba hacia el suelo cuando de repente una torre de papel surgió de entre las ruinas de Stonehenge. La torre creció en extensión rápidamente hasta abarcar todo Stonehenge pero, luego de alcanzar toda la contrición esta se redujo hasta una hoja flotante. La hoja callo delicadamente sobre la mesa de piedra… las dos velas y las dos vasijas se trasformaron en humo.

El contenido de la hoja decía: “Propiedad de Merlfire: ¡no tocar!” A lo lejos e escucho una plática entre los magos.

Lao Tse hablo tranquilamente: “Sabes que por eso te van a regañar Merlfire, ¿No?”
Merlfire respondió riéndose un poco: “Sí, pero me encanta que esos histéricos del consejo de magia corran de un lado a otro por el salón…”

Lao Tse la miro a los ojos y le dijo con una voz seria: “Merlfire, no queremos un accidente como del 99…”

Merlfire trono los dedos y le respondió con gran desilusión al mago: “Eso fue una pequeña broma. Yo nunca pensé que medio planeta se volvería histérico.”

El mago volteo los ojo al cielo mientras le decía a la maga: “Siempre serás igual…,” la hoja se trasformo en humo.

Unos días después mientras el sol caía en el horizonte en la mansión del triunvirato de magia. Merlfire se encontraba podando unas cuantas hojas de hierbabuena, planta con hojas en forma de lanza, en el jardín medicinal de la mansión cuando a lo lejos se escucharon unas risas.

Merlfire pregunto: “¿Hay alguien?…eres tu Lao Tse… (Silencio)…ya sal…,” ella decidió no tomar caso de lo sucedido y siguió recolectando diferentes ingredientes para su té especial.

Merlfire observo algo que sobresalía, un pedazo de metal, en el suelo. Movió un poco de tierra para ver lo que al parecer era una moneda. Trato de tomarla pero esta estaba firmemente sujeta al piso. Ella escarbo un poco alrededor de la moneda hasta que observo una prolongación de metal del centro de la moneda. Después de sacarla pensó que era un tipo de llave muy extraña. De la parte media posterior de la moneda salía una especie de tubo de metal que tenía varias proyecciones en forma de “L.” La maga se dirigió al lavadero del jardín para limpiar la llave. Al lavarla noto que tenia la marca de un libro con una flama que brotaba de él.

Lao Tse grito desde una ventana que miraba al jardín: “¡Merlfire!... se te quema algo en la cocina…al parecer son unas papas.”

Ella guardo rápidamente en un bolsillo la llave y le grito al mago: “¡Apaga el horno!”

Un horno quemado, dos papas al carbón, dos estómagos indigestos y una cocina humante fueron el saldo de aquella cena… bueno… mas los extra…

Pasaron tres horas desde el incidente de las papas al horno. Los magos se encontraban en un pequeño estudio sentados cada uno en un sillón leyendo un poco. Un antiguo reloj de madera agitaba su gran péndulo haciendo un peculiar sonido: “tic, tac, tic, tac…”
Merlfire cerró su libro; se levanto de su asiento y se dirigió a la ventana.

Merlfire hablo tranquila: “Acaso hoy no está muy bella la luna llena…Lao Tse”

Lao Tse respondió mientras seguía leyendo su libro: “Sí… pero para algunas personas esa belleza es diabólica”

Merlfire dijo con duda: “¿Porque dices eso Lao Tse?”
Lao Tse cerró el libro mientras le respondía: “Durante esta luna ocurren muchos accidentes, desgracias, penas, pero a pesar de todo eso algunas personas también piensan que es la luna perfecta para una cita, para una cena, para contemplar, para amar... (Pequeño silencio)…O acaso estas buscando pareja de nuevo… (Se rió un poco)”

Merlfire miro hacia aquella bella luna azul con una sonrisa y respondió: “Yo no creo que algo tan bello sea malo,” un pequeño viento soplo por la habitación.

Los magos escucharon a lo lejos puertas cerrándose hasta que abruptamente la puerta del estudio se cerró.

Merlfire comento: “Tal vez esta no sea una luna para contemplar o amar…,” los dos magos miraron fijamente a la puerta. Lao Tse rió de nuevo un poco.

Merlfire abrió de nuevo la puerta del estudio. Observo por la puerta del pasillo y no observo nada. Los magos retomaron su lectura al ver que nada pasaba. “Tilín, tilín…,” se escuchaba a lo lejos hasta que la campana del estudio comenzó a sonar. La maga se pregunto quién será ya que no esperaban visitas esa noche. Miro extrañada a Lao Tse.

Lao Tse respondió a la mirada: “A mí no me mires… tu dijiste: “Tenemos que vivir solos, ser sencillos, ser autosuficientes”… yo no le dije a los sirvientes que no los necesitábamos…,” Merlfire torció la boca.

Merlfire le dijo: ‘Esta bien… pero acompáñame ¿no?,” el mago rió un poco y la siguió.

Al irse acercando a la entrada principal se comenzaron escuchar gritos cada vez más fuertes: “¡Ayuda!... por favor habrán… ¡Ayuda!...” Los magos comenzaron correr a la puerta al escuchar aquel mensaje. Al abrir la puerta vieron a un señor con una capa y capucha de un color café grisáceo que cargaba a alguien con el mismo tipo de vestimenta. La ropa de la persona que traía en brazos contenía manchas rojas por dondequiera mientras goteaba algo del mismo color. El señor pedía ayuda pero los magos aun no lo asimilaban. La maga se acerco a la persona que cargaba en los brazos el señor y le quito la capucha. Merlfire vio el rostro de la persona y tan solo dijo: “Quetzalcóatl… ”

En el lago de un bosque cerca de la mansión dos damas hablaban. Una sentada sobre una piedra, que se proyectaba al lago, con los pies descalzos dejando que el agua jugara con ellos. La otra sentada sobre la rama de árbol.

La dama de la piedra le dice a la que está sobre el árbol: “Hay una bella luna llena hoy, ¿no?”
La dama del árbol le responde: “Sí, es perfecta para amar… (Risas)…una buena cena enfrente de su bella luz…”

La dama de la piedra mira hacia el lago y habla: “Quisiera… quisiera ver esta luna por siempre…,” se seco los pies con una toalla que tenía a su lado.

La dama del árbol baja de él; se aleja un poco mientras habla: “Vamos centinela 5…tenemos algo que hacer.”

La dama de la piedra se pone los tenis, se para y dice: “Esta bien centinela 7…”

Las dos desaparecen en un sendero oscuro cantando:

“Una luna bella
Yo la fui a buscar,
Con un bello velo
Yo la vi llorar,

Con dos ojos veo,
Lo que ella vio,
Tan solo pienso,
En su corazón….”

A lo lejos se escucho una dama: “Espero que no se torne roja… (Risas de las dos damas)…”

Orta dama habla: “Pobres peses… (Risas de las dos damas)…,” alguien trono los dedos.

Comenzó a escucharse un goteo. La luna se torno roja mientras sus lágrimas caían sobre el lago. Aquellas lágrimas rojas tornaron el lago rojo. El lago comenzó a hervirse. Los peses de sus aguas, las platas de sus aguas comenzaban a salir de su fondo tapizando aquel lago rojo hirviente en un mar de muerte.

Mientras en la mansión. Merlfire le pido a Lao Tse que preparar el área médica pero el dijo: “No.” Merlfire lo miraba desconcertada por el “no” cuando de una manga saco un pergamino el mago.

Lao Tse dijo: “Preparare el área médica sellada,” luego coloco el pergamino sobre una pequeña araña que estaba sobre Quetzalcóatl. El pergamino brillo un poco antes de convertirse en una especie de humo. El hombre entro con Quetzalcóatl a la casa. Merlfire cerró la puerta de inmediato… unas risas se escucharon a lo lejos.

Continuara . . .

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